La primera celebración festiva de la bajada de las “bestas” del monte data de principios del siglo XVIII, para rapar, desinfectar y marcar a los potros que viven en libertad.
La playa Compostela es una playa urbana que limita en su extremo con Carril y está unida a la playa de A Concha por su otro extremo, de dicha unión se extiende un arenal de más de 3 kilómetros.
Se trata de un pequeño y discreto templo barroco, del que destaca su exterior, porque su fachada conserva la puerta de arco adintelado, un antiguo atrio ya desaparecido.